sábado, 20 de febrero de 2010

Malana Cream

Por algo en los  coffee-shops de Amsterdam, figura en primer lugar  de  la carta; el Malana Cream es una de las mejores especies de hachís que existen en el mundo. Se produce en Malana, (Manali en su arcaica lengua) una lejana aldea de excéntricas costumbres en la India. Sin embargo, tanto la producción de hachís como la cultura secular se ven amenazadas por el avance del mundo moderno.


Según una leyenda, los malaneses descienden de soldados del ejército de Alejandro Magno que se retiró de la región en el año 326 antes de Cristo. Una lengua única, una excepcional arquitectura, una democracia secular y la piel clara de algunos habitantes parecen sustentar esta teoría. Los propios habitantes se creen descendientes del santo Jamdagni Rishi, su Dios, que también tiene la última palabra en el parlamento de Malana.

Pero Jamdagni Rishi está perdiendo terreno en Malana. En lugar de su imagen ahora cuelga en muchas viviendas una antena de televisión. Los cambios comenzaron en el 2005, cuando una empresa de electricidad comenzó la construcción de un dique en la región. El proyecto trajo electricidad, una escuela y un médico al pueblo, y en los años siguientes le siguió una carretera que lo acerca cada día un poco más al resto del mundo.

El “Malana Cream”, tal como se conoce esta especialidad local, es famoso en todo el mundo. En la aldea se vende a más de 20 euros los diez gramos, tres veces más caro que el resto del hachís proveniente del estado de Himachal Pradesh. En Holanda se vende a 12 euros el gramo como mínimo, diez veces más que las variantes más económicas. 

Este hachís, se prepara de una manera muy diferente que el hachis marroquí. Para preparar el Malana, no se deja secar la planta . Se restregan las flores del cáñamo en verde y el pólen es retenido por las manos del elaborador, que luego desprende rascandolo con una espátula. Es por esto que sus precios son tan elevados y hacen de este hachís una especie muy exclusiva, con un pelotazo alto, pero muy sociable. Tal vez, en un futuro, que espero no muy lejano, el probar esa maravilla estará al alcance de los ansiosos paladares occidentales.