lunes, 1 de febrero de 2010

La secta de los hachissins



Sí hay algo más perverso que una mentira es una verdad a medias y esto sucede en el caso del hachis. Habreís leído u oído en alguna ocasión que la palabra "asesino" proviene del termino persa "hachissins" que quiere decir comedores de hachis (hay quien dice bebedores, pero vamos...)


 
En el siglo XI el primer Viejo de la Montaña fundó en Persia (hoy Irán) la secta de los “Asesinos”, que durante 200 años habría de ser famosa en el mundo entero. Esta secta tenía sus cuarteles principales en el castillo de El Alamut, una fortaleza inexpugnable situada a 2000 mts. de altura. Durante dos siglos ningún gobernante del Oriente Medio durmió en paz. La estrategia del Viejo de la Montaña era simple: expresaba su voluntad a los emperadores, reyes, emires, califas, visires y demás hombres poderosos. Si éstos no cumplían, los hacía asesinar. El primer Viejo de la Montaña (éste siempre fue el título de los sucesivos jefes de la secta) inventó un adiestramiento tan sofisticado como mortífero. Funcionaba de la siguiente manera:

La secta reclutaba jóvenes sin educación. Durante el día aprendían a matar con sigilo, a hacerse casi invisibles, a infiltrarse en los lugares más protegidos del mundo... y muchas otras destrezas necesarias para ser asesinos eficaces. Durante la noche aprendían el arte de consumir hachís y dejar volar la imaginación.
Cuando surgía una nueva misión, el Viejo de la Montaña seleccionaba a uno de los estudiantes más destacados, a quien hacía narcotizar (dicen que con hachis) en secreto. El elegido despertaba en un sector oculto del castillo, donde se había construido una réplica del paraíso musulmán. Era atendido como un rey por decenas de mujeres hermosas, en un frondoso jardín con fuentes de agua, árboles frutales y flores aromáticas. Las mujeres le obsequiaban vino, manjares y sus cuerpos perfumados.

Tras varios días o semanas en este éxtasis perpetuo, se le volvía a dar hachis  al joven en secreto. Horas más tarde despertaba, nuevamente en los crudos cuarteles militares. En este momento le decían a quién tenía que matar y le aclaraban que si cumplía bien su misión pasaría el resto de sus días en el paraíso que ya había visitado; si moría llevando a cabo la misión, los ángeles en persona lo llevarían hasta el paraíso. Entonces le entregaban un puñal, oro y mucho hachís para el camino. Los asesinos nunca regresaban vivos. Bueno,pues esta historia todavía la utilizan ciertos prohibicionistas para culpar al hachis de despertar instintos asesinos. 

No está probado que "semejantes angelitos" consumieran hachís  para cometer sus crímenes. Más bien es de suponer que la forma serena e impasible con que estos terroristas cometían sus asesinatos llevara a los cruzados a creer que actuaban bajo el influjo de una droga. De ahí que les dieran el nombre de haschischiyoun o haschaschin («comedores de hierba»). Esta leyenda fue transmitida posteriormente por Marco Polo Según otra hipótesis, el viejo de la montaña, tenía la costumbre de llamar a sus adeptos los Assassiyoun, que significa ‘los que son fieles a “assas” o al fundamento de la fe’, es decir, los “fundamentalistas”. El parecido de los dos vocablos Haschishiyoun y Assassiyoun pudo haber inducido a confusión entre los primeros viajeros occidentales.

La forma definitiva asesino no queda fijada hasta el siglo XVIII. Hay ya varios ejemplos medievales del vocablo español, como los hay en francés, traídos de Oriente por los Cruzados, pero realmente en el XVI assassino y assassinare sólo eran populares en Italia, de donde volvieron a introducirse entonces en las demás lenguas romances.Así que podemos estar tranquilos, como todos sabreís tras fumar hachis no  te entran instintos asesinos, solo te entra un hambre que como mucho te hará asaltar la nevera.