viernes, 26 de febrero de 2010

La pipa de kif

 Ramón María del Valle Inclan fue un literato adelantado a su tiempo y  a la vez un anacronismo de su epoca. Excentrico, visionario, apasionado  hasta el punto de perder un brazo a resultas de una discursión a bastonazos con un periodista,  por un tema baladí ; pero con  un carácter tan fuerte que al poco tiempo de sufrir la amputación ya estaba vociferando por las tertulias de Madrid y estrechando la mano que le quedaba, al periodista responsable de los hechos.


 Todo esto no dejaría de ser una reseña literaria más propia de otro tipo de blog a no ser por que en 1921 salió a la luz, su libro de poemas "La pipa de kif" un bello y encendido alegato en defensa de esas otras formas de percibir la realidad.  Las descripciones que hace de los efectos del cánnabis, la hoja de coca, el opio... solo pueden venir de alguien  iniciado en su uso. Por que es sabido, ademas ,que Valle Inclan era un asiduo visitante y cliente de las herboristerias, por aquellos tiempos verdaderos paraísos para los conocedores del tema. En sus estanterías y en unos preciosos botes de ceramica, el herborista guardaba el secreto de las substancias que habían dado el conocimiento a los hombres.

Ni que decir tiene que nuestro genio supo aprovechar de todo aquel edén de hierbas y pócimas mágicas. Y para que quedara claro para sus lectores, escribió esta pequeña obra, que aquí podeis paladear en su último capitulo dedicado, precisamente a la tienda del herbolario y a algunos de sus mas preciados tesoros. A todos aprecia en su justa medida, pero atención a la última estrofa, es uno de los elogios al cánnabis más bellos que se han escrito.

Aquella cueva del herbolario
se me ofrecía como un breviario
Lleno de goces y de visiones
calidas: sierpes y tentaciones
¡Y tan oscura! Daban su esencia
las yerbas. Era llena de ciencia
Embalsamado breviario, abierto
sobre las sombras de un hondo huerto.
Clave de aromas que en sí condensa
del universo la visión densa.

Yerba del Hombre de la Montaña,
el Santo Oficio te halló en España.
Cáñamos verdes son de alumbrados,
monjas que vuelan y excomulgados.
Son ciencia negra de la Caldea
con que embrujada fue Melibea

Coca! A tu arcana norma energética
rimo estas prosas de apologética.
¡Coca! Epopeya del Araucano
que al indio triste torna espartano.
Lima virreina, Lima la lueña,
no es bizantina porque es tu dueña.
Mordió Pizarro tu fibra dura
y se hizo uno con su armadura.
Alzó ciudades, cavó tesoros,
tuvo mujeres como los moros.
Hizo la guerra que hace el creyente,
fue tan avaro como valiente.
Y cachicuerno como el cuchillo
con que a los puercos mató en Trujillo.
(Tuvo en las Indias las mismas manos,
allá son reyes y acá marranos.) 

Adormideras! Feliz neblina,
humo del opio que ama a China
El opio evoca sueños azules,
lacas, tortugas, leves chaúles.
Ojos pintados, pies imposibles,
lacias coletas, sables terribles.
Verdes dragones, sombras chinescas,
trágicas farsas funambulescas.
Genuflexiones de Mandarines,
sabias princesas en palanquines.
Y nombres largos como poemas
que evocan flores, astros y gemas. 

Verdes venenos!¡Yerbas letales
de Paraísos Artificiales!
A todos vence la marihuana,
que da la ciencia del Ramayana.
¡Oh! Marihuana, verde neumónica,
cannabis índica et babilónica.
Abres el sésamo de la alegría,
cáñamo verde, kif de Turquía.
Yerba del Viejo de la Montaña,
el Santo Oficio te halló en España.
Yerba que inicias a los faquires,
llena de goces y Díes Ires.
¡Verde esmeralda -loa el poeta
persa- tu verde vistió el profeta!
(Kif -yerba verde del persa- es
el achisino bhang bengalés.
Charas que fuma sobre el diván,
entre odaliscas, el Gran Sultán.)

Y aquí teneis la versión musical por los Ketama, dedicada al amigo Jorge  y su lista de canciones.