jueves, 14 de enero de 2010

Un año más de prohibición



Siempre me quedan un poco apagadas las felicitaciones del Año Nuevo a los amigos del cannabis. Y es que un año más sintiéndonos perseguidos y criminalizados por jueces y policías, y robados o estafados en sitios infames por cualquier “trapichero”, se nos hace, otro año más, no tan feliz como serían nuestros deseos.


Estamos de acuerdo que en el pasado año se ha avanzado en la legalización del uso de la marihuana con fines terapéuticos. Y que en 2009, incluso un periódico tan poco sospechoso de estar a favor de la legalización del cáñamo como es “The
Economist” no ha podido por menos que reconocer que el sistema actual de
prohibición es un fracaso. Los millones gastados en una guerra sin sentido, cuando drogas verdaderamente peligrosas siguen estando al alcance de cualquiera, están
convenciendo incluso a las mentes más escleróticas.

Aunque no se trata de utilizar tan buenos argumentos. Ni uniéndolos al hecho de que la semilla del cáñamo sea el alimento vegetal con el mayor contenido proteínico (34%), cargado con aceites grasos esenciales como los famosos Omegas o que su fibra sea considerada de mucha mejor calidad que el algodón textil (una hectárea de cáñamo puede producir el doble de fibra que una de algodón) o que la fibra de cannabis requiera menos productos químicos durante su procesado. Ni que el cannabis no necesite de los numerosos pesticidas que se utilizan para el algodón y que contaminan la tierra. O que los biocombustibles derivados del cáñamo pueden ser usados directamente en vehículos de gas-oil. O que puede substituir al plástico con la ventaja de ser bio-degradable. O que el papel del cáñamo es más resistente que el que se hace de pulpa de madera y no necesita de ácidos ni de cloro en su tratamiento...

No, no me refería a tan sensatas y poderosas razones para defender su legalización. No se trata de su más que evidente utilidad, ni de ser un claro
ejemplo de agricultura sostenible. Se trata del derecho que deberíamos tener los seres humanos adultos de poder hacer un uso recreativo del cannabis. No por que
estemos enfermos. No por que sean estupendos los tejidos de cáñamo, que lo
son. No. Sencillamente por que somos adultos tomando una decisión sobre un
tema que conocemos. Y esa decisión consiste en una forma más en la búsqueda
de la felicidad y y en el uso de la libertad del cada individuo. Derechos de los que no deberían privarnos. Derechos por los que vale la pena luchar. Y sobre todo PLANTAR.